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Las francachelas de Johnson

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En las últimas semanas Boris Jonhson ha puesto en marcha el plan de su salvación, rescatando a todos los asesores que lo catapultaron hasta la cima para llevar las riendas del Brexit


Boris Jonhson, primer ministro británico | Salvador Rubí

“Haz lo que yo diga, pero no lo que yo haga”. Que gran refrán y qué gran verdad. Lo verdaderamente escandaloso es que un primer ministro tenga a la población confinada en sus casas sin poder salir y al país parado en seco, para evitar las consecuencias de una pandemia mundial que nos tiene a todos entre las cuerdas y con las narices ensanchadas de tanto bastoncillo de PCR, y él se dedique a hacer fiestas en su casa.


Esto le ha ocurrido a Boris Johnson. Mientras el país estaba medio vacío, a Downing Street no paraban de llegar invitados a las fiestas que organizaba Johnson. Es alucinante, pero al primer ministro británico en los peores meses de pandemia le ha quedado poco que celebrar. Como “Los viernes del vino” han bautizado a las francachelas de Boris y sus amigos. La semana del dirigente seguramente habría sido muy dura y se vería obligado a hacer un brindis por su país y por lo “bien” que marcha tras el Brexit.


A tal límite llega el disparate que en el mismo instante que la reina Isabel II estaba velando a su difunto marido guardando de manera británica la distancia de seguridad en la capilla de San Jorge, en Downing Street la gente borracha como una cuba se amontonaba en los sillones.

Sin duda, todas las publicaciones acerca de las fiestas de Jonhson han supuesto un escándalo para el país y para el mimo político, pero más escandaloso es aún que, después de salir en las portadas de todo el mundo con la cabeza gacha y la cara roja como un tomate, el dirigente solo se digne a pedir perdón y no dimita. Es lo mínimo que debería hacer tras faltarle el respeto y reírse delante de su país. Y es que hasta la dimisión se le queda corta al primer ministro británico.


Sin embargo, en las últimas semanas Boris Jonhson en vez de organizar fiestas, ha puesto en marcha el plan de su salvación, rescatando a todos los asesores que lo catapultaron hasta la cima para llevar las riendas del Brexit. Y, por si no fuera poco, a la población la ha recompensado por los daños causados quitando todas las restricciones que habían puestas para frenar una ola que tiene la incidencia de contagios por las nubes.


Con todo, no cabe duda de que Johnson se va a recuperar antes de la resaca que produce el alcohol que de la crisis que vive su gobierno. Hasta los militantes del Partido Conservador piden su cabeza y lo tachan de “sinvergüenza”. Hay cosas que no se pueden permitir y líneas rojas que no se pueden cruzar, y que un dirigente al frente de una pandemia incumpla las normas es intolerable, pero es que reírse de sus ciudadanos ya es pasarse.

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