El mundo de la cacería se torna gris en cada redada que saca a la luz nuevos grupos de cazadores furtivos. La práctica ilegal, de fuerte actividad en Andalucía, ha dejado de ser un valiente acto de supervivencia para convertirse en un medio lucrativo del que participan todo tipo de actores relacionados con la caza. Quienes entienden esta práctica como un acercamiento a la naturaleza y una reconversión del ser humano en ser puramente animal, han jurado la lucha por la desaparición de esos que por dinero hacen de la cacería una práctica ilícita.

Imagen de un cazador en un coto de caza | Cazavisión
La sociedad concibe al cazador como alguien astuto al nivel de los animales más perspicaces y escurridizos, pero los cazadores furtivos no son tan sagaces como parece. Los que persiguen al animal, en ocasiones, también se convierten en presa de la policía. Al igual que en el mundo de la caza se consigue el trofeo, la policía persigue a los furtivos hasta cazarlos y colocarse la medalla. Uno de los casos más impactantes y mediáticos de Andalucía se produjo en la provincia de Granada. Según el periódico IDEAL, el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil en Granada se percató hace más de un año de la presencia de furtivos que mataban machos cabríos que no presentaban precintos, que son unas etiquetas encargadas de acreditar la legalidad de la caza.
Este fue el suceso que abrió la investigación. Lo que no sabía en esos momentos la Guardia Civil es que estarían frente a la mayor operación contra el furtivismo de Andalucía. Desde aquel día el Juzgado de Instrucción número 1 de Motril mantiene abierta una investigación sobre furtivismo en la provincia de Granada, en la que hay implicados, presuntamente, una presunta empresa fantasma dedicada a la organización de monterías ilegales donde participaban cazadores furtivos que se encargan de cazar machos cabríos, ya que es el animal que cuenta con la cabeza más cotizada. A día de hoy, esta investigación ha propiciado la detención de uno de sus miembros, aunque ahora se encuentre en libertad, y ha colocado como investigados a más de una veintena de los miembros de esta empresa fantasma.
El Seprona, a raíz de una exhausta investigación, detectó la existencia de una empresa fantasma sin registro mercantil. La empresa se promocionaba a través de internet. Aunque, la mayor captación de clientes la llevaba a cabo a través de su presencia en ferias de caza a nivel nacional e internacional. En estos eventos vendían cacerías de machos cabríos a precios exorbitados e incluso se dedicaban a la venta de safaris por diferentes cotos andaluces. De hecho, un cliente estadounidense llegó a contratar con esta empresa fantasma un safari de unos cuatro días por diferentes zonas del territorio andaluz por un precio de más de 30.000 euros. Las ganancias de esta empresa fantasma eran abismales. Sus beneficios procedían de las contrataciones de safaris, como en el caso del señor estadounidense anteriormente mencionado, de los alquileres de cotos de caza y de la venta de trofeos.
El precio de un día de caza en alguno de los cotos donde se producen estas batidas para la caza de machos monteses supera la cifra de 2.000 euros. En función de los trofeos obtenidos, las cornamentas de los animales, la cantidad final puede incrementarse incluso en varios miles de euros. En lo que respecta a la venta de trofeos, los precios son aun mayores, y es que una cornamenta de tamaño normal de macho cabrío tiene un precio adicional cercano a los 1.000 euros, mientras que una cornamenta de macho cabrío de gran tamaño puede llegar a costar la cifra de 6.000 euros.

Imagen de cornamentas incautadas por la Guardia Civil | Guardia Civil
Los clientes que contrataban estos servicios de caza lo hacían sin saber que lo que estaban pactando era ilegal y estaba penado con cárcel. Los cazadores que se servían de los servicios de esta empresa no sabían que estaban inmersos en la mayor red de caza de toda Andalucía. Para que estos servicios hubieran sido legales, la empresa debería haber dispuesto de los precintos que acreditasen que los animales podían ser cazados. Pero todo lo acontecido en esta empresa fantasma se producía en contra de la ley y de manera fraudulenta. La empresa de caza lo que hacía era reutilizar los precintos o incluso prescindir de ellos en los animales cazados. Es por ello que no tenían los permisos oportunos para la caza de los machos cabríos. Según publicaciones de Moncloa, en los registros realizados por el Seprona se han intervenido armas legales e ilegales, grandes cantidades de dinero y cornamentas. En lo referente a los beneficios que la empresa ha podido obtener de manera fraudulenta, la investigación sigue avanzando, pero se estima que han alcanzado la cifra de un millón de euros. Debido a esto, se ha abierto una pieza separada del caso que investigue un presunto delito de blanqueo de capitales.
De toda Andalucía, Granada es una de las provincias donde más detenciones se han producido por furtivismo. Los datos, por año, de arrestados por furtivismo en la provincia granadina oscilan entre los 30 y 40, esto denota la gran incidencia de furtivismo en Granada. Dentro de la provincia, las zonas “rojas” son Órgiva, Sierra Nevada y las sierras de Tejeda y Almijara. Andalucía es uno te los territorios donde la caza está más arraigada. Tanto es así que José María Mancheño, presidente de la Federación Andaluza de Caza (FAC), señala que: “Andalucía no podría entenderse sin la caza”. Más del 80% del territorio andaluz cuenta con aprovechamiento cinegético, es decir, es coto de caza. Según información aportada por el presidente de la FAC, en Andalucía existen más de 1.400 sociedades de cazadores federadas que gestionan uno o varios cotos. Lo que significaría que existen una media de dos sociedades de caza por cada municipio andaluz.

Imagen de una operación policial relacionada con el furtivismo | Guardia Civil
A nivel nacional, en la actualidad, hay cerca de 900.000 licenciados que cazan en territorio nacional. Si a esta cantidad se le suman los cazadores furtivos y los cazadores sin licencia, se estima que cerca de dos millones de personas practican la caza en toda España. El dato preocupante es que en los últimos veinticinco años las licencias de caza han disminuido en casi un 60%. Por lo que cada vez hay más personas cazando animales de forma ilegal. En España, gran parte del territorio es coto de caza. Sin embargo, muchos cazadores, de forma ilegal, matan animales en zonas en las que está prohibido y en las que no cuentan con la correspondiente autorización. El artículo 334 del Código Penal nos reseña con firmeza que el furtivismo es un delito castigado con penas que pueden ir desde los cuatro meses a los dos años de prisión o con multas. En todos los casos, al cometer este delito, el cazador recibe la inhabilitación especial para el ejercicio o derecho de cazar o pescar por un tiempo que oscila entre los dos y los cuatro años. La pena es mayor o menor en función de si se tratan de especies que se encuentren en peligro de extinción.
Luis Gilpérez, voluntario de la Asociación Andaluza para la Defensa de los Animales, cuenta que no hay un solo tipo de caza furtiva, sino que hay varios: los que cazan de manera furtiva para alimentarse ellos y su familia y los que la usan para lucrarse económicamente con la venta de trofeos. Para Gilpérez, la más condenable de todas es esta última. La caza que se practica para alimentarse cuando los recursos en el hogar son escasos no la considera tan peligrosa para la sociedad. El voluntario de ASANDA es tajante ante esta cuestión: “Personalmente sería mucho más benévolo con los furtivos por necesidad y más duro con los deportivos”.
La caza y los animales en peligro de extinción
La caza furtiva hace estragos a cada paso. Ya no solo en lo referente al hecho de que es una práctica ilegal penada con cárcel y multas, sino que está afectando en demasía a muchas especies hasta el punto de la extinción. En las últimas décadas, la extinción de especies se ha acelerado de forma vertiginosa. La tasa promedio de pérdida de vertebrados es hoy hasta mil veces más alta que las tasas de referencia. Algunos expertos apuntan que nos encontramos ante la sexta extinción más grande de la historia de la Tierra. Entre los animales que se hallan en peligro de extinción, muchos están, de manera grave, amenazados por la caza furtiva que alimenta el tráfico ilegal de animales. Según afirma un estudio publicado en The Royal Society, más de trescientas especies de mamíferos están asomándose al precipicio de la extinción a causa de la caza furtiva.
Pese a la intención de muchos países de frenar el furtivismo a través de la imposición de leyes y decretos que regulen esta práctica y penen a los cazadores que incumplan las reglas del juego, es una realidad que la caza furtiva está extendida por el mundo de forma descontrolada. Si pones la vista en territorio internacional, los continentes que más la sufren son Asia y África. Es por esta razón que existen tratados como la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES). La realidad se vuelve desoladora al comprobar que el furtivismo está muy extendido y son muchas las personas que se lucran de esta práctica. Todavía más triste es la idea de que el furtivismo se ha llevado por delante a muchas especies en peligro de extinción. Lo cual lleva implícito importantes cambios para el ecosistema. La desaparición de fauna salvaje altera de forma considerable la calidad del agua, dando lugar a la aparición de bacterias perjudiciales para la salud. Es más, aumenta sobremanera la manifestación de distintas plagas y enfermedades zoonóticas transmisibles entre animales y humanos que terminan suponiendo un gran riesgo para la salud de las personas.
Otra de las consecuencias de la caza furtiva es que algunos animales están experimentando un miedo atroz hacia los humanos. El miedo a ser cazados y morir los lleva a alejarse de su hábitat natural y a cambiar sus condiciones de vida. Este cambio de hábitat provoca un desbarajuste en la cadena alimentaria, no solo de los animales, sino también de los humanos. Aquellas comunidades que se alimentan de la vegetación y fauna de un ecosistema, verán mermada su producción de carne, debido a que las especies han huido del medio.

Imagen de dos especies en peligro de extinción | Cazavisión
Las consecuencias de la caza furtiva sobre el control de las especies
El debate que se crea en torno a las consecuencias de la caza furtiva sobre el control de las especies impregna cada vez más los discursos enfrentados entre cazadores y animalistas, y no hay nada más que prestar atención a ellos para apreciar que no faltan razones en el sustento de las ideas. Para José María Mancheño, presidente de la FAC, la caza es fundamental para la conservación del medio ambiente: “así lo han reconocido internacionalmente entidades como la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), WWF Adena o la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres, además de multitud de Universidades y Gobiernos de todo el mundo”.
También, Mancheño señala que la caza es un aprovechamiento renovable que se ocupa de que los recursos cinegéticos se renueven y se regeneren cada año. Además de esto, según nos cuenta el presidente de la FAC: “la caza es una herramienta fundamental para detectar, vigilar, controlar y frenar enfermedades que pueden transmitirse a la cabaña ganadera e incluso al hombre y, por supuesto, es la única manera eficiente de controlar la superpoblación de especies que provocan daños a la agricultura, accidentes de tráfico o problemas de seguridad ciudadana”. Al preguntarle a José María por las consecuencias de ilegalizar la caza para el control de las especies, comenta que, si eso ocurriera, se produciría un desastre ambiental de proporciones incalculables, porque muchos montes y sierras andaluzas se abandonarían, se producirían graves desequilibrios ecológicos y abundarían las epizootias, un tipo de enfermedades que ataca a las especies animales.
Desde la perspectiva opuesta, la Asociación Andaluza para la Defensa de los Animales, la visión es totalmente contraria. Luis Gilpérez expone que las especies no necesitan ninguna práctica ilegal, como el furtivismo, o legal, como la caza, para regularse: “Durante miles de años la Naturaleza se ha regulado sin necesidad de cazadores deportivos. Las actividades deportivas de sueltas, control de depredadores, cercados cinegéticos, exterminio total de algunas especies en Andalucía… sí que son perjudiciales para el medio ambiente”. De hecho, desde la asociación animalista se proponen alternativas para aquellas personas que se practiquen la caza de forma recreativa y no por necesidad: “La caza fotográfica reglada, el tiro a voladores o discos, al blanco… son opciones que no hacen ningún daño a los animales, a diferencia del furtivismo”, concluye Gilpérez.
Otro de los aspectos que pone de manifiesto ASANDA, y que es una causa de que exista la caza furtiva es la escasa concienciación con el mundo animal. En los últimos años estamos viendo como hay cada vez más políticas en favor de los animales y la protección de las especies, pero la asociación animalista cree que queda aún mucho camino por hacer; y que ese camino tiene que construirlo la sociedad, porque sostiene que, si la sociedad no se pone en marcha, la política no lo va a hacer: “No conozco que algún partido haya debatido un asunto sin que la sociedad les haya empujado a ello. La sociedad debe concienciarse primero y ya irán los políticos detrás. Eso necesita tiempo, pero os aseguro que las cosas han cambiado mucho en estos últimos 20 o 30 años”. Además, el voluntario animalista cree que la sociedad española y toda en general no está lo suficientemente concienciada con el ecosistema, sobre todo, con la fauna. Luis Gilpérez lo expone de forma anecdótica: Es cuestión de educación desde niños en falta de empatía hacia los animales. En un bar estaban retransmitiendo una corrida mientras los clientes bebían y comían disfrutando del espectáculo. Entró una familia inglesa y al fijarse en la pantalla pusieron cara de asco y asombro y se largaron comentando que parecíamos bárbaros (supongo que excluirían a los que estábamos de espaldas a la pantalla). Puede que ellos disfrutaran, no lo sé, viendo a unos perros destrozar a un zorro, actividad ya prohibida, pero hasta hace poco frecuente en UK. Los chinos han prohibido los toros (empresarios españoles intentaron organizar una corrida en Pekin) y se comen a los perros…”. En la línea del discurso de Luís, los cazadores furtivos lo son por la poca concienciación existente y porque desde pequeños han visto normal la muerte de un animal y el posterior lucro con la venta de la carne o de los trofeos.

Imagen de ciervos en libertad | As
Enlazando las dos versiones o visiones del mismo tema se encuentra José Burgos, cazador ya jubilado, y su amor por la naturaleza. Nadie dijo que ser cazador y amar la naturaleza fuera incompatible y José nos da muestra de ello: “Yo comparto que el naturalista quiera conservar las especies pero, ¿tú sabes lo que es no cazar? Si no se cazara, si no se controlaran las especies estarían los campos llenos de animales y sería un caos”. José hace referencia al confinamiento que vivimos el pasado año a causa de la pandemia. En ese tiempo muchas especies que hasta ahora no pisaban suelos urbanos llegaron a las ciudades. De esta forma José sostiene que la caza legal y controlada es esencial para el control de las especies. Lo que José propone es desarrollar una caza con “cupos”: “En las monterías se pueden cazar todas las especies aunque con cupo. Las ciervas no se deben matar pero cuando en una finca hay muchas, hay que matar alguna para evitar el descontrol”, expone el cazador.
El mundo de la caza es como una rama de la que nacen miríadas de tallos que se entrelazan y van tejiendo un entramado al que, desde fuera, es, aparentemente, difícil de adentrarse por su complejidad. Pero, si en algún momento te descubres quitando ramas, una por una, hallarás que desde el comienzo de los tiempos ha sido una práctica que ha dado, y sigue dando, de comer a muchas personas honradas que cazan de forma legal. También detectarás que el fraude y el furtivismo lo emborronan todo y hacen de la caza un asunto inmoral y un tanto despiadado del que se lucran económicamente personas que se llevan por delante la vida de muchos animales hasta el punto de que algunas especies se encuentren en peligro de extinción. Y te encontrarás, asimismo, en el camino con personas como José, un hombre que desde pequeño ha vivido del campo y se ha alimentado de lo que la fauna le ha dado. La naturaleza está intrínseca a su forma de vida. Tanto, que en ocasiones lo ha salvado. Ya desde pequeño a José se lo decía su padre, y a sus años y con la vida a las espaldas le vuelve a brotar de la boca: "La naturaleza es un libro, solo hay que saber leerlo"
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