En España, la cifra de usuarios activos en las redes sociales está en constante crecimiento. Así lo indica el informe Digital 2021 realizado por Hootsuite, una plataforma encargada en la gestión de las RRSS de otras empresas, que señala que el 80% de toda la población española -37,4 millones de personas- utilizan de forma frecuente plataformas como Facebook, Instagram, Whatsapp, TikTok, Youtube...
1 hora y 54 minutos es el tiempo diario de media que dedican los españoles a las redes sociales; conectados a internet, 6 horas y 11 minutos. Una investigación publicada en 2015 por la Biblioteca Nacional de Medicina de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos demuestra que las personas que están más de dos horas en las RRSS son más propensas a tener problemas de salud mental. Y es que en un mundo rodeado de pantallas desde que nacemos, el uso correcto de los móviles y, por consiguiente, de las redes sociales, no es tarea fácil. Cada vez son más las personas que se ven atrapadas en sus tentáculos y sumergidas en una vorágine de aislamiento y desapego del mundo real.

Es el caso de Sofía, una joven adolescente de Madrid que incluso dejó de acudir a clases para estar sumergida en el mundo de Internet. A ella esta adicción le hizo aislarse de la sociedad y volverse agresiva con todo aquel que intentaba entrar en su mundo. La familia lo notó y su primer intento de solucionar el problema de su hija fue ingresarla en un internado. Esto, más que solucionar, empeoró la situación de Sofía. Se pasaba los días enteros encerrada en su habitación y sin relacionarse con nadie. Por suerte, los padres se dieron cuenta de que ese no era el camino, así que la llevaron a un centro especializado en las adicciones, donde finalmente se pudo recuperar.
Sin embargo, la adicción al teléfono de la que hablamos, no está tipificada como un trastorno de enfermedad mental, al igual que tampoco lo está la compra compulsiva, por lo que supone una barrera para desarrollar terapias que puedan ayudar a quienes la sufren. La Dra. Dominica Díez Marcet, psicóloga clínica responsable de Unidad de Juego Patológico y Otras Adicciones No Tóxicas de la División de Salud Mental, declaró en La Vanguardia que mantiene características similares con otras adicciones. Realmente, no es tanto que tengamos una adicción al teléfono, sino a las aplicaciones que este tiene, pues si la única función fuese la de llamar a otras personas como antiguamente, no existiría esta adicción.
Además, estos dispositivos pueden resultar bastante perjudiciales para la salud, pueden dar lugar a consecuencias negativas en nuestro cuerpo y en nuestras relaciones con los demás. Algunos de los problemas más comunes son fatiga, insomnio, retraso del sueño o cambios en la visión y dolores de cabeza. Por otro lado, también es común que afecte a las relaciones interpersonales con nuestro entorno, como disminución de la intimidad en las parejas o soledad y aislamiento. De este tipo de problemas también se han percatado los propios creadores de teléfono, incluyendo en los dispositivos aplicaciones para regular el uso de las pantallas, como Tiempo en pantalla de IPhone o la aplicación de Bienestar Digital de Google.

Hay varios estudios que plantean una serie de conductas previas al uso abusivo de los dispositivos móviles y aportan claves para evitar que este uso indebido acabe en adicción. Algunos de los consejos más repetidos son preguntarte a ti mismo ‘¿por qué vas a coger el teléfono?’ ¿Realmente tengo la necesidad de utilizarlo? La mayoría de las veces que encendemos la pantalla no es porque estemos esperando un mensaje o una llamada, sino por el simple hecho de coger el teléfono y desconectar de lo que estás haciendo, ya sea trabajo o ver una serie. Otras de las medidas que se recomiendan es planificar, a lo largo de la semana, dos o tres actividades que no requieran la utilización del teléfono, aunque sea dentro de casa, como una noche de juegos de mesa.
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